Ayacucho recibe cariñosamente Mons. Salvador Piñeiro
La Santa Iglesia de Dios, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, en su presencia entre los hombres se hace visible a través de la Jerarquía eclesiástica, cuja Cabeza es el Sumo Pontífice, sucesor de Pedro.
Al Papa cabe la atribución de nombrar los obispos, como cabeza de las Iglesias locales.
La importante e histórica ciudad de Ayacucho, en la Sierra peruana, ha recibido del Santo Padre un gran beneficio: el nombramiento de Mons. Salvador Piñeiro García Calderón como su Arzobispo, con retención del cargo de Obispo Castrense para del Perú.
La ciudad estaba engalanada para recibir su nuevo Pastor.
Comisiones de diversas partes del País acudieron a Ayacucho para la ceremonia.
Entre estas, estuve también presente una delegación de los Heraldos del Evangelio, dirigida por el Director General para Perú, P. José Mario da Silva, E.P. acompañado por hermanos consagrados y un numeroso grupo de cooperadores de la Asociación.
Consideramos una bendición de nuestra Madre, el haber estado en un lugar tan bendecido como es Ayacucho, que guarda tesoros incalculables, sobre todo en su gente llena de fe y de amor a la Santa Iglesia, bien como en su historia y en los hechos que allí acontecieron.
El compartir con nuestro Monseñor SALVADOR PIÑEIRO, la ceremonia de su toma de posesión como Arzobispo Metropolitano de Ayacucho, nos hace participantes de indecibles gracias que nos invitan a ser, cada vez más, mensajeros y verdaderos apóstoles en el cumplimiento de nuestra labor como hijos de la Santa Iglesia.
Al inicio de la ceremonia fue leída la Bula Papal que nombra Mons. Salvador Piñeiro como 36° Arzobispo Metropolitano de Ayacucho. Y, al final de la misma, la resolución de reconocimiento civil del nombramiento.
Mons. Salvador recibió el saludo de las autoridades civiles y la solidaridad y obediencia del clero local, bien como de los religiosos y religiosas de la Arquidiócesis.
La Misa concelebrada en la Catedral fue una experiencia única, por la belleza del ceremonial, el encuentro con el divino y el sencillo fervor de la gente con que se entrega a Cristo en su Iglesia.
El calor humano de este pueblo se ve reflejado en su gente, que nos hace ver, en la sinceridad de sus manifestaciones, la fe que los anima.
Asimismo, el amor demostrado ante el Monseñor hace tener la firme esperanza de que su apostolado produzca frutos de santidad en toda la vasta extensión de su jurisdición.
Un almuerzo de gala fue servido a casi cuatrocientos participantes, en un ambiente de mucha alegría.
En la ocasión, el Director Nacional de los Heraldos celebró la Santa Misa en el Monasterio de Santa Clara.
En en convento venera el milagroso Cristo Nazareno, patrono de la ciudad.
Esta bendecida visita representó para todos los que hemos participado un desafío y un llamado a dedicarse más al servicio del Señor y a los hermanos, tantas veces hambrientos de la Palabra de Dios.
Agradecemos a la Virgen Santísima, al Santo Padre y a nuestro Monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón, por esta oportunidad que tuvimos de alimentar nuestro espíritu en la fe y en la fortaleza, para seguir en el camino apostólico que nos ha sido confiado: ser Heraldos del Evangelio.
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