La esperanza en nuestros días


Beato Papa Juan Pablo II


    El hombre no puede vivir sin esperanza. Debe aspira a algo, debe tener finalidad en la vida y la sensación de poder alcanzarla. La esperanza está ligada al futuro.

    El tiempo que vivimos, no es tiempo de peligro e inquietud. Es tiempo de esperanza y de logros.
El hombre, por encima de toda actividad social o intelectual, por alta que sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en la familia.
     Aquí, realmente, más que en otro campo de su vida, se juega el destino del hombre.

Los padres deberían hacer crecer a sus hijos en un estilo de vida sencillo y austero, enseñándoles que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.
     Los jóvenes deben ser las mejores personas que puedan ser. Deben desarrollar al máximo las posibilidades inmensas que Dios les ha dado al hacerlos a su imagen. No se contenten con mediocridades.
     El mundo de los hombres pueden hacerse cada vez más “humano”, solamente si en todas las relaciones recíprocas, introducimos el momento del perdón.

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