De donde viene la salvación
JUAN PABLO II
La salvación desciende del cielo, pero brota también de la tierra.
El Mesías-Salvador es el Hijo del Altísimo, pero, al mismo tiempo, fruto del seno de una mujer, la Virgen María. La historia de la salvación, que es historia de una alianza con Dios, se desarrolla en un diálogo entre Él y su pueblo. Todo es palabra y respuesta.

María, en particular, es la heredera y la plenitud de la fe de Abraham. Igual que al Patriarca lo tenemos como "padre nuestro", así María, con mayor razón, debe ser considerada "madre nuestra" en la fe. Abraham está en el origen, María en el culmen de las generaciones de Israel. Él anticipa y representa ante Dios al pueblo de la promesa; Ella, descendiente de Abraham y heredera privilegiada de su fe, obtiene el fruto de la promesa. Por la fe y la obediencia de María son bendecidas todas las familias de la tierra, según la promesa hecha a Abraham (cf. Gén 12, 3).

La respuesta de María es personal, pero tiene también un significado comunitario. En su sí confluye la fe del antiguo Israel y se inaugura la de la Iglesia. Su adhesión al Señor, por una solidaridad de gracia, es bendición para todos los que creen. A su fe está vinculada la salvación del mundo.
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