Antigua oración a María




          La invocación de María como Qeoto/koj se encuentra también en la oración Sub tuum præsidium, encontrada en el papiro Rylands Gk 470, escrito en griego, descubierto en el desierto de Al Fayum – Egipto –[1], donde la Virgen Santísima es invocada bajo el título de Qeoto/koj, posteriormente traducido al latín como Dei genitrix. Aproximadamente contemporáneo de este papiro es el grafito con el saludo «Ave María» en griego, descubierto no hace mucho en la sinagoga judeocristiana de Nazaret[2]. El uso del término Qeoto¢koj, que literalmente debería ser traducido como deípara, evidencia que la comprensión cristiana de la Maternidad divina de María es completamente diferente de la concepción pagana que utilizaba el término mh/thr qeou\ para referirse a una madre de un dios mitológico, pues esta madre sería a su vez una diosa, como en el caso de Perseus hijo de la supuesta unión entre Zeus y Danae. María, – explica San Justino en la polémica con el judío Trifón – siendo mujer engendró por obra divina a su Hijo Jesús, Verbo eterno de Dios. De esta forma, la presencia del título Qeoto¢koj en la oración al parecer del siglo III demuestra la clara concepción cristiana de la Maternidad divina de María, que es Madre de Dios en su naturaleza humana, totalmente diferente de la concepción pagana de mh/thr qeou\. Cuando el paganismo era aún vigente, los cristianos evitaban la palabra corriente para la designación de madre de dios, prefiriendo el término griego para la expresión «aquélla que ha parido a Dios», o sea, Qeoto/koj, que el cristianismo traduce por Madre de Dios.
          La maternidad divina de María pertenece al fundamento mismo de la fe cristiana, es el título de honra más importante de María, toda vez que su participación maternal no es obra de un proceso biológico, sino obra de la fe, constituyéndose en el acontecimiento central de la historia salutis, puesto que esa maternidad aceptada libremente por María se verifica por acción del Espíritu Santo posterior a esta aceptación, aunque ayudado por la gracia eficaz, caracteriza una auténtica cooperación de la humanidad con Dios[1], pues convenía – afirma San Agustín – que Cristo «se hiciese hombre por el hombre»[2]. Es por tanto en función de esta cooperación activa en la salvación, caracterizada por la Maternidad divina, que María fue redimida preservativamente de la culpa original, fue llena de gracia, para cumplir en la perfección este mandato, primer principio del estudio de las grandezas de la Virgen de Nazaret y el término primero de la elección divina con respecto a María. La Maternidad divina hace que María pertenezca a un orden singular y único con su Hijo: El orden de la unión hipostática[3]
          La Virgen Santa María, Maestra de entrega sin límites, como lo testimonia el propio Cristo: «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése - ésa - es mi madre!»[4], entra, por así decir, en este orden, dando el ejemplo de Madre llena de fuerza de amor y liberación, al pronunciar con inmensa generosidad su «ecce ancilla Domini», que realizó los caminos de nuestra salvación.


[1] Cf. Rahner, Karl. María Madre del Señor. Barcelona: Herder, 1966, p. 14.
[2] Agustín de Hipona. Sermón LXXII A 4. En: Obras completas de San Agustín, edición bilingüe, Tomo X, Sermones (2°) 51-116. Sobre los Evangelios Sinópticos. Madrid: BAC, 2007, p. 359.
[3] «La maternité divine est done le principe de la mariologie comme l’union hypostatique l’est de la christologie. Mieux encore, elle n’est ce principe que dans la mesute où elle associe Marie à la grâce de l’union hypostatique» (Nicolas, Marie-Joseph. Theotokos le Mystere de Marie. Paris: Desclée, 1965, p. 49.
[4] Cf. Mc 3, 35; Mt 12, 50; Lc 12, 21.

[1] Cf. Fernández, Aurelio. Teología Dogmática: Curso fundamental de la fe católica. Madrid: BAC, 2009, p. 405.
[2] Cf. Bagatti, B. L’Eglise de la Circoncision. Jerusalén: Studium Biblicum Franciscanum, 1965, p. 106.
[3] Cf. Rahner, Karl. María Madre del Señor. Barcelona: Herder, 1966, p. 14.
[4] Agustín de Hipona. Sermón LXXII A 4. En: Obras completas de San Agustín, edición bilingüe, Tomo X, Sermones (2°) 51-116. Sobre los Evangelios Sinópticos. Madrid: BAC, 2007, p. 359.
[5] «La maternité divine est done le principe de la mariologie comme l’union hypostatique l’est de la christologie. Mieux encore, elle n’est ce principe que dans la mesute où elle associe Marie à la grâce de l’union hypostatique» (Nicolas, Marie-Joseph. Theotokos le Mystere de Marie. Paris: Desclée, 1965, p. 49.
[6] Cf. Mc 3, 35; Mt 12, 50; Lc 12, 21.

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